Toda historia tiene un comienzo, además de un final. Pero no voy a hablar de ello ahora, llegará, tarde o temprano, quizá antes de que pueda recrear el final de ésto. Tampoco voy a hablar de el comienzo, porque no puedo hablar de algo que aun no he creado; entonces voy a crearlo y más tarde a lo mejor hablaré de él. Ahora, me voy a ocupar de el transcurso. Gran parte es pasado, otro poco presente y hasta donde entiendo, mucho futuro. Mucha gente prefiere un orden, que todo llegue del uno al fin, incluso yo. Pero no siempre las cosas suceden como uno las desea. Para hacer un ejemplo gráfico, vamos a figurar la historia como un rompecabezas. Muchas piezas que no están unidas, sino que van apareciendo una tras otra, inesperadamente algunas, como premio o castigo otras. Esto claro está, en el sentido figurado de una manera lúdica. Pero además de aparecer en tiempos y lugares inconexos en principio, el orden tampoco es respetado. No pude darme cuenta de que había en común, de que era lo que se trataba hasta tener una gran cantidad de consecutivas partes para poder recrear figuras y darle un sentido; pero de la misma forma que avancé, esto sigue haciéndolo, por tanto no aseguro que haya un orden real de las cosas que puedan leerse. Hoy comienzo aquí con lo que tengo, pero puede que los espacios que aún no aparecieron en piezas que faltan llegar quizá cambien el sentido.
Pero si voy a hablar de hoy, voy a tener que situar en tiempo y espacio, pero si nunca seguí convencionalismos al pie de la letra, no he de hacerlo ahora. Hoy, otoño. Hoy casi 23 años. Hoy, 1.50am. Hoy, una nube bajó para envolverlo todo, y más allá del calor que no corresponde a la época, podemos ver el paisaje nocturno con la luz materializada a través del vapor frío suspendido en el aire. Hoy, humedad. A algunos le duelen los huesos, a otros les pica una cicatriz. A mi? a mi me pica por dentro, como si los huesos tuvieron que ser intervenidos, pero no es algo físico, no creo que sea algo real en un contexto clínico. Porque, usando una metáfora asquerosa, diría que es una diarrea que hace todo lo posible para salir expedida del cuerpo, de un modo más poético entonces hablaría de una espina que la piel se encarga de expulsar aislando la zona con pus. Pero tengo que hablar en realidad de comezón, de algo que no anda bien, como una reacción alérgica, o un brote por algo psicológico, o unos parásitos, sean pulgas, hongos cutáneos o ladillas. El asunto es que hay algo que no está en su lugar: hay algo que está adentro y clama por salir.
No es algo propio, no se si puedo decir que mi personalidad sea propia, no soy dueño de nada, ni de mi vida, porque cuando sea el momento dejaré todo para alguien más; y tampoco puedo ser dueño de mis acciones, porque más allá de lo que pueda llegar a hacer, y aunque crea o no en el destino, las cosas pasan por algo, en su momento y lugar, no puedo asegurar que todo está escrito porque puede que no haya lápiz ni papel suficiente, pero si hay un plan. Yo tengo virtudes y defectos; hoy, virtudes. Tengo el don de la escritura fácil, pero ya no puedo cuestionarme de si realmente es idea mía porque se que no es así. Escribo por alguien, soy un medio, un puente para contar una historia tal como este medio que está siendo leído sirve como transmisor. Y hablo de que es leído, porque más allá de saber si alguien lo leerá o no, en el momento en que se lea lo que escribo cobra un sentido. No puedo hablar de que sea perfecto o que pueda gustar, pero tengo la certeza de que si se toma esta B como real, es que alguien la leyó. Eso es de lo que quiero hablar ahora. Estoy acá escribiendo contra mi voluntad aunque crea firmemente de que quiero hacerlo, para asegurar de que todo aquello que aparecerá, será porque tiene que ser leído, será porque tiene que ser transmitido, será porque tiene que ser.