viernes, 3 de junio de 2011

Capítulo 46

Luego, un suceso de pensamientos atravesándose por mi mente. Sentía que pensaba en otro idioma, o a otra velocidad, ya que no podía terminar de entender que pasaba en mi cabeza. Sabía que tenía las cosas aclarándose, sentía grandes certezas formarse, intuía enormes verdades de los hechos acontecidos y por acontecer.
Pero no me comprendía. Pensé que finalmente había enloquecido. Ya no me importaban ni la lluvia ni los paraguas caminantes, ni las coloridas luces intermitentes. Nada de lo real estaba en mi mismo plano, o es que ya no estaba yo ahí. Fue algo así como la primera expresión pura de realismo que atravesaba en mi vida. Nada de lo pasado se comparaba con eso. Casi por instinto, comencé a caminar. Me fui a mi casa, a la original, la primera. Estaba cerca, llegué pronto. Ya no vivía nadie que me conozca, aún así no necesité nadie para entrar. Accedí lentamente, me vi dentro. Vi mi cuerpo con siete años. Vi mis juguetes. Vi mi pelo enmarañado. Vi el verde jardín por la ventana. Me vi a mi con siete años viéndome a mi en el fondo. Lo vi al niño gritar de espanto, a la madre acercarse y verme. A la madre correr con el niño fuera de la habitación. Al padre salir a mi encuentro pisando descalzo el verde pasto y luego el cuchillo en el pasto. Mi padre sangrando por su pie izquierdo, me dejó de mirar.
Yo estaba ahí, y ahora estaba de nuevo bajo la lluvia. En la ciudad. Con los autos, los paraguas y Tomás en el bar a doscientos cuarenta metros tras de mí, observándome y susurrando mi nombre.
Podía sentir su voz, atravesando como una flecha los altos decibeles metropolitanos. Entendía por qué, y era porque poco a poco comenzaba a entender.

martes, 8 de febrero de 2011

Capítulo 157

Cuando se hundió el último barco, cuando fracasó la última travesía en la que me encaminé, juré no volver a embarcarme en situaciones como esas. Pero rompí el juramento. Yo sabía lo que sucedería desde el preciso momento que comencé todo de nuevo, y finalmente sucedió. Y ahí estaba yo, ya sin ganas de nada.

viernes, 7 de enero de 2011

Capítulo 158

En ese preciso momento, cuando cualquiera podría haberse dejado morir sin más, tomé la decisión de seguir adelante. Mas bien me obligué. Y es que siempre seguí adelante, y lo seguiré haciendo. Ésa es la historia de mi vida.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Capítulo 45

Yo no creí que fuese real lo que me decía. Es mas fácil negar lo evidente, cerrarse a las respuestas y las realidades que nos rodean. Por más visible que sea algo, si no se desea saber de ello, no existe. Y así fue para mí. Claro está, hasta ese día.
Pero no aunque mi incredulidad estaba latente, poco a poco cedía, porque yo sabía que algo estaba sucediendo. Podía sentirlo, pero no verlo. Y cuando se presentó frente a mi, algo dentro mío se relajó, algo que no paraba de buscar una lógica.
Instintivamente, tomé mi bolso y me marché de ese húmedo refugio. Mientras caminaba bajo la lluvia, pensaba en regalar mi paraguas; debía de tener telarañas. Podía sentir como el agua correaba por mi espalda, agua fría sobre espalda caliente. Mi cerebro volaba por dentro y por fuera. Podía haberme atropellado más de un vehículo, pero como no era mi destino no sucedió.
¿Mi destino? ¿Cuál es mi destino? ¿Realmente existe éso? Otra vez mi incredulidad me arrebataba la respuesta a mis dudas.
Pensé muchas cosas juntas, muchas ideas apretadas, entremezcladas, aplastadas. Entre todo eso estaba Tomás. Era lógico que me había buscado, no fue el destino el que nos juntó. Se me paseaba por ahí la posibilidad de que haya sido todo una broma de Miguel: él podía haberle dado toda la información de mi vida personal, mis recuerdos, mis pensamientos más inquietantes. Pero rápidamente se esfumó esa idea. Tomás sabía algo que yo no le había dicho absolutamente a nadie. Tomás sabía del juramento.
Entonces las dudas se evaporaron.
Fue ahí cuando el escalofrío corrió por mi espalda.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Capítulo 23

Lo sé. Siempre lo supe, siempre lo sabré.

jueves, 24 de junio de 2010

Capítulo 231

Creo que finalmente comienzo a sentirme a gusto con el destino que me fue concedido.

lunes, 19 de abril de 2010

Capítulo 1

Toda historia tiene un comienzo, además de un final. Pero no voy a hablar de ello ahora, llegará, tarde o temprano, quizá antes de que pueda recrear el final de ésto. Tampoco voy a hablar de el comienzo, porque no puedo hablar de algo que aun no he creado; entonces voy a crearlo y más tarde a lo mejor hablaré de él. Ahora, me voy a ocupar de el transcurso. Gran parte es pasado, otro poco presente y hasta donde entiendo, mucho futuro. Mucha gente prefiere un orden, que todo llegue del uno al fin, incluso yo. Pero no siempre las cosas suceden como uno las desea. Para hacer un ejemplo gráfico, vamos a figurar la historia como un rompecabezas. Muchas piezas que no están unidas, sino que van apareciendo una tras otra, inesperadamente algunas, como premio o castigo otras. Esto claro está, en el sentido figurado de una manera lúdica. Pero además de aparecer en tiempos y lugares inconexos en principio, el orden tampoco es respetado. No pude darme cuenta de que había en común, de que era lo que se trataba hasta tener una gran cantidad de consecutivas partes para poder recrear figuras y darle un sentido; pero de la misma forma que avancé, esto sigue haciéndolo, por tanto no aseguro que haya un orden real de las cosas que puedan leerse. Hoy comienzo aquí con lo que tengo, pero puede que los espacios que aún no aparecieron en piezas que faltan llegar quizá cambien el sentido.
Pero si voy a hablar de hoy, voy a tener que situar en tiempo y espacio, pero si nunca seguí convencionalismos al pie de la letra, no he de hacerlo ahora. Hoy, otoño. Hoy casi 23 años. Hoy, 1.50am. Hoy, una nube bajó para envolverlo todo, y más allá del calor que no corresponde a la época, podemos ver el paisaje nocturno con la luz materializada a través del vapor frío suspendido en el aire. Hoy, humedad. A algunos le duelen los huesos, a otros les pica una cicatriz. A mi? a mi me pica por dentro, como si los huesos tuvieron que ser intervenidos, pero no es algo físico, no creo que sea algo real en un contexto clínico. Porque, usando una metáfora asquerosa, diría que es una diarrea que hace todo lo posible para salir expedida del cuerpo, de un modo más poético entonces hablaría de una espina que la piel se encarga de expulsar aislando la zona con pus. Pero tengo que hablar en realidad de comezón, de algo que no anda bien, como una reacción alérgica, o un brote por algo psicológico, o unos parásitos, sean pulgas, hongos cutáneos o ladillas. El asunto es que hay algo que no está en su lugar: hay algo que está adentro y clama por salir.
No es algo propio, no se si puedo decir que mi personalidad sea propia, no soy dueño de nada, ni de mi vida, porque cuando sea el momento dejaré todo para alguien más; y tampoco puedo ser dueño de mis acciones, porque más allá de lo que pueda llegar a hacer, y aunque crea o no en el destino, las cosas pasan por algo, en su momento y lugar, no puedo asegurar que todo está escrito porque puede que no haya lápiz ni papel suficiente, pero si hay un plan. Yo tengo virtudes y defectos; hoy, virtudes. Tengo el don de la escritura fácil, pero ya no puedo cuestionarme de si realmente es idea mía porque se que no es así. Escribo por alguien, soy un medio, un puente para contar una historia tal como este medio que está siendo leído sirve como transmisor. Y hablo de que es leído, porque más allá de saber si alguien lo leerá o no, en el momento en que se lea lo que escribo cobra un sentido. No puedo hablar de que sea perfecto o que pueda gustar, pero tengo la certeza de que si se toma esta B como real, es que alguien la leyó. Eso es de lo que quiero hablar ahora. Estoy acá escribiendo contra mi voluntad aunque crea firmemente de que quiero hacerlo, para asegurar de que todo aquello que aparecerá, será porque tiene que ser leído, será porque tiene que ser transmitido, será porque tiene que ser.